

Cuando hablamos de microbiota intestinal, nos referimos al universo de microorganismos que habitan en nuestro aparato digestivo. Aunque invisibles, tienen un impacto profundo en cómo pensamos, sentimos y reaccionamos ante la vida.
En su libro El camino del despertar, el Dr. Mario Alonso Puig describe a la microbiota como un verdadero “microcosmos” que no solo influye en la digestión, sino también en nuestro estado de ánimo, en la inflamación crónica e incluso en la aparición de enfermedades como la depresión, la ansiedad o el cáncer.
¿Por qué importa la microbiota?
Durante siglos, la medicina ignoró el papel de la microbiota. Se pensaba que las bacterias solo estaban allí para descomponer alimentos o causar infecciones. Pero en las últimas dos décadas, investigaciones como las del Dr. Michael Gershon y otros han demostrado que estas bacterias se comunican con nuestras neuronas, nuestras hormonas e incluso con nuestro sistema inmunológico.
Lo que ocurre en el intestino no se queda en el intestino: influye en todo el cuerpo. De hecho, muchas enfermedades modernas —desde la obesidad hasta el insomnio— tienen un componente inflamatorio vinculado a un desequilibrio en esta comunidad bacteriana. Por eso, conocer y cuidar nuestra microbiota es uno de los grandes avances en salud del siglo XXI.
¿Cómo se explica esta conexión?
Según el Dr. Puig, nuestro aparato digestivo contiene un “segundo cerebro” conocido como sistema nervioso entérico, con más de 100 millones de neuronas. Este sistema no solo responde a señales del cerebro, también genera órdenes y se comunica con él mediante sustancias químicas como la serotonina, el GABA y el butirato.
La microbiota, junto con el sistema inmune intestinal, regula esta comunicación. Si la barrera intestinal se debilita —por mala alimentación, estrés o insomnio—, las toxinas pueden pasar al torrente sanguíneo y llegar incluso al cerebro, desencadenando inflamación cerebral. Es lo que se conoce como «intestino permeable». Esta disfunción puede estar relacionada con enfermedades como el Alzheimer, la depresión o el autismo, según explica el autor.
Microbiota y salud: lo que revelan los capítulos clave del Dr. Puig
El libro recoge numerosos datos impactantes sobre el papel de la microbiota:
- Su peso es similar al del cerebro: alrededor de 1.200 gramos.
- Produce más de medio millón de moléculas distintas, muchas con funciones antiinflamatorias, inmunomoduladoras y neuroactivas.
- Una microbiota sana aporta hasta el 30% de las calorías que utilizamos.
- La bacteria Akkermansia muciniphila protege la barrera intestinal; su ausencia se asocia a inflamación y trastornos emocionales.
- Dietas proinflamatorias (ricas en procesados, azúcares y grasas saturadas) destruyen esta protección y favorecen enfermedades crónicas.
Del intestino a tus emociones: así puede cambiar tu vida

El cuerpo habla, y a veces lo hace desde el intestino. Mi compañera Alba, por ejemplo, tuvo una semana de mucho estrés: dormía mal, comía rápido y casi no incluía vegetales. Al cabo de unos días, empezó a sentirse hinchada, con digestión muy pesada, bastante irritable… incluso algo triste. No era casualidad: su microbiota se había desequilibrado y estaba enviando señales al cerebro. Así funciona el eje intestino-cerebro.
Además, la microbiota actúa como una red social bioquímica: las bacterias se comunican entre sí y con nuestras células, incluyendo las del sistema nervioso y las del tejido adiposo. Algunas incluso pueden activar o desactivar genes responsables del almacenamiento de grasa o del equilibrio emocional.
Cuando te sientes sin energía, con mal humor o con la mente nublada, tu intestino podría estar enviándote señales. El Dr. Puig explica que cuidar este “microcosmos” es una forma directa de mejorar tu salud emocional, tu capacidad de concentración y tu vitalidad.
Desde Cuisanova te proponemos hacerlo desde el plato. Puedes empezar el día con una porridge de avena con manzana y nueces, una opción rica en fibra prebiótica y grasas saludables. Para comer, un wrap de lentejas con aguacate y rúcula es ideal para alimentar tus bacterias beneficiosas. Y si buscas una cena reconfortante, prueba con una crema de calabaza y cúrcuma, perfecta para reducir la inflamación y dar descanso a tu digestión.
Muchas personas que inician este cambio reportan mejoras más allá del tránsito intestinal: dicen tener más claridad mental, mejor tolerancia al estrés y menos necesidad de azúcares o cafeína. No es placebo, es biología.
Como dice el autor, no se trata solo de comer diferente, sino de vivir diferente: más conectado con uno mismo, más atento al cuerpo, más consciente de que tu salud emocional empieza en el intestino. Y cada bocado es una oportunidad para cuidarla.
¿Qué puede alterar tu microbiota?
Los desequilibrios pueden generarse por múltiples factores:
- Dieta pobre en fibra y rica en procesados
- Estrés crónico (distrés)
- Insomnio
- Consumo de alcohol y tabaco
- Sensibilidad al gluten
- Sedentarismo
El estrés sostenido, por ejemplo, cambia la composición bacteriana, reduce la producción de moco intestinal y genera un entorno inflamatorio. El insomnio altera los ritmos circadianos de tus bacterias, reduciendo su capacidad de producir compuestos beneficiosos. Y una dieta ultraprocesada no solo las “mata de hambre”, sino que favorece la proliferación de bacterias oportunistas.
Pero también hay buenas noticias: la microbiota es moldeable. En pocas semanas puedes comenzar a sentir cambios si le das lo que necesita.
Referencias
Mario Alonso Puig. (s.f.). El camino del despertar. Capítulos 6 y 7. Extraído en PDF para este artículo divulgativo.
PD: Este contenido no constituye asesoramiento médico. Para pautas personalizadas, acuda a un profesional de la salud.